No me gustas porque seas inalcanzable o diferente, me gustas como me gustan las cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma. (Aunque lo de secretamente está de más, me gustas y lo más importante es claramente tú lo sepas y lo sabes).
Me gustas como la planta que no florece, (esas mismas a las que eres alérgica) y gracias a que me gustas, puedo comenzar a notar matices en ti -es decir-, esto de mirarte se convierte en una forma de conocer lo que no conozco y lo que nunca conoceré.
En resumidas cuentas, me gustas sin saber cómo, ni cuándo, ni dónde, me gustas directamente sin problemas ni orgullo: así me gustas porque no sé otra forma de que me gustes.
Sino así de este modo.
Inspirado en el: Soneto XVII, Pablo Neruda