Cortázar dice algo sobre el amor y que uno no lo busca, sino que el -amor- te consigue... Es algo como que uno no lo elige, sino que el -amor- te elige. Que un día de repente te estás tomando un café con la persona a la que hace unas horas atrás le estabas metiendo la mano por dentro del pantalón (en el asiento trasero del carro que tus padres te prestaron para ir a comprar un agua saborizada en la tiendita de artículos esenciales que queda al otro lado de la ciudad), y que eso es dejar que el amor te consiga, pero soy malo para parafrasear... Cortázar tendrá sus maneras, yo por otro lado pienso que el amor es un poco de todo y sin embargo no se define en sí.
Si tuviera que elegir, naturalmente te elegiría a ti, en cada oportunidad. Pero, la vida no es sólo eso -con eso me refiero a elegir, a elegirte... Aunque evidentemente sería más sencilla si nos elegimos (los dos)-, también la vida es que decidas quedarte y besarnos y hablar y también callar. Es maravilloso todo lo que pueden hacer nuestras bocas, el amor no sería igual si mi boca no pudiera decirte que te quiere.
Pero lo hace -mi boca: decirte que te quiere- y cada vez que duermes a mi lado y me quedo con toda la cama y tú te haces al rincón como si fueras a caer -pero no caes, porque te tengo entre mis brazos- o cuando me haces cantar canciones que no me gustan pero igual lo hago, comprendo que el mundo es más ligero porque estás tú en el... Y hay algunas historias que dicen que el mundo flota por personas como tú, que le dan ligereza y que si llegas a faltar el mundo se haría más pesado.
Por eso cada vez que tengo oportunidad me dejo ser: una catarata, que fluye con todo lo que quiero decirte y aún no había podido o aún no había sentido -y ahora si siento-. Aunque calles todo con una palabra y yo por el contrario diga todo con una palabra, el amor es un poco de todo y sin embargo también es saber elegir.
Si tuviera que elegir, naturalmente te elegiría a ti, en cada oportunidad.
