¡Qué rápido se va el año!… Tengo muchísimas ganas de meter la cabeza debajo de mi almohada y no salir en un buen rato -eso es lo que pienso que hace cuando no aparece- hay demasiadas noticias que últimamente devastan el corazón, no me dan oportunidad de reponerme, de sonreír un rato más largo, aunque lo hago –eso de sonreír-.
A veces solo quiero meterme entre las sabanas de mi cama y no salir en todo el día, esconderme, quedarme inmóvil y tal vez así no se den cuenta que estoy ahí, en silencio, “calladito, calladito” –como dice mi sobrinita cuando está escondida detrás de la puerta del cuarto de la abuela-.
A veces solo quiero encerrarme en los gabinetes de la cocina, detrás de la harina pan y el toddy, entre las latas de atún y delante de los granos de arroz, en silencio, que nadie me encuentre pero con ganas de ser encontrado –¿así se escapa uno, dos o tres minutos de la realidad?-.
¡Qué rápido se va el año! y yo con estas tremendas ganas de meterme por debajo de tu piel –como ya lo he dicho millones de veces- ocultarme ahí, sin hacer ni un ruido, escaparme diez minutos o uno pero en silencio.
Encuéntrame baby