Me gusta tanto que quema, #28



Eres el puñal que atraviesa mi carne, como lo haría cualquier cuchillo a la mantequilla para la arepa, un ardiente sable que perfora mi pecho como cualquier taladro de cualquier casa un sábado de bricolaje en familia.

Cuando te veo siento al universo entero moviéndose en mi plexo solar, como las mariposas que todo el mundo siente cuando se enamora, tal vez eso es lo que significa todo, que estoy enamorado –pero muy poco entiendo de rituales, o de identificar sentimientos–.

Cada cierto tiempo pienso algunas cosas, pero no me atrevo a decirlas en voz alta no vaya a ser que alguien pueda escucharme, pero cada vez las pienso con más fuerza, más recurrentes, más abrasivas, más tormentosas.

(ME GUSTA TANTO QUE QUEMA)

Antes de cruzar la calle, al mirar al semáforo cambiar de verde a rojo (ME GUSTA TANTO QUE QUEMA).

Después de pedir una empanada de pabellón y un jugo de naranja a las 7:30am en el mismo sitio de todos los días (ME GUSTA TANTO QUE QUEMA).

Minutos antes de dormir (ME GUSTA TANTO QUE QUEMA).

Al abrir los ojos a las 6:40am de Lunes a Viernes (ME GUSTA TANTO QUE QUEMA).

Ningún momento juntos es suficiente cuando se termina, estar en la puerta de tu casa y saber que debo regresar a la mía… solo, es como una quemadura sobre mi piel viva. Y es precisamente ese camino a casa es el más difícil, el más doloroso, el que más consume…


Y al llegar a mi cama aparece ese gran agujero negro que todo quiere absorber y que duele de formas indescriptibles, querer duele y cuando alguien te gusta tanto se siente como quema. El amor deja marcas.

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